En el curso 24/25, en la etapa de educación infantil hemos seguido evolucionando y poniendo al alcance de los más pequeños del cole todo aquello que creímos que iba a favorecer su desarrollo y a proporcionarles momentos de disfrute y aprendizaje. Por eso, llegaron a nuestras aulas las mesas sensoriales y se convirtieron en una herramienta pedagógica clave para su desarrollo. Con ellas, exploraron el mundo a través de sus sentidos. Estas mesas están diseñadas para ofrecer diferentes materiales y estímulos que fomentan la experimentación táctil, visual, olfativa e incluso auditiva, adaptándose al desarrollo cognitivo y motriz propio de esta etapa. Gracias a su carácter manipulativo, invitan a la interacción directa con el entorno, lo que resulta fundamental para el aprendizaje significativo.
Desde el punto de vista pedagógico, las mesas sensoriales promueven la curiosidad natural del niño, el pensamiento lógico y la resolución de problemas a través del juego libre. También favorecen la motricidad fina al manipular objetos de distintos tamaños, texturas y pesos, y refuerzan la coordinación mano-ojo. Además, son un excelente recurso para trabajar habilidades sociales, ya que muchas veces el juego se realiza en grupo, fomentando la comunicación, la cooperación y el respeto por los turnos y las normas.
En estas edades, donde el aprendizaje está profundamente vinculado a la experiencia directa y sensorial, la importancia de las mesas sensoriales radica en su capacidad para conectar con las necesidades e intereses del niño. Proporcionan un entorno seguro donde pueden explorar, descubrir y construir conocimiento de forma autónoma, lo cual potencia su autoestima y su desarrollo integral. Así, las mesas sensoriales no solo enriquecen el aula, sino que se convierten en un puente entre el juego y el aprendizaje, respetando los ritmos y formas de aprender propios de la infancia.







